“Entre la rabia y la esperanza”, texto de Pablo Fajardo
La actividad de muchas grandes empresas extractivas, en este caso, de petróleo, genera impactos incalculables en el medio ambiente, la población local y sus derechos, la salud, el ecosistema, el agua y muchos otros ámbitos que afectan a los territorios de donde se extraen los recursos naturales necesarios para sostener nuestro modelo de consumo.
Pablo Fajardo es el abogado que lleva 25 años luchando en los tribunales para que se reconozcan los derechos de la UDAPT, la unión de afectados/as por el desastre ambiental y humano en la selva ecuatoriana por la petrolera Texaco, que más tarde fue comprada por el empresa Chevron.
Tal como él mismo explica en texto que nos hace llegar, los residuos abandonados en la selva han provocado una contaminación de tal magnitud que han dejado inutilizadas agua y tierra en muchos kilómetros, y como consecuencia de ello se han multiplicado los casos de cáncer en la población de la zona, incluidas criaturas. La incidencia del cáncer en la población de esta zona es la más alta de todo Ecuador.
A continuación compartimos el escrito redactado por el propio activista y abogado, volviendo de Canadá, donde se ha perdido el último recurso para que los tribunales reconozcan los derechos de las personas afectadas.
La legislación internacional está repleta de tratados de obligado cumplimiento de comercio e inversión, pero no hay tratado vinculante para defender los derechos humanos. Por ello, Justícia i Pau, a través de su eje de Desarrollo Humano Integral y junto con más de 200 organizaciones de todo el mundo, trabaja para lograr un tratado vinculante para que los derechos humanos sean prioritarios frente a los tratados de comercio e inversión.
Como dice Fajardo, hay que resistir y ganar aliados. Sólo los gobiernos en el seno de Naciones Unidas pueden apoyar este tratado vinculante, por lo tanto, debemos ser conscientes de qué gobiernos queremos para nuestros países.
Núria Carulla
Coordinadora del grupo de trabajo Nord-Sud
ENTRE LA RABIA Y LA ESPERANZA.
¿QUIÉN ES EL CULPABLE?
Hace más de 52 años, la empresa petrolera Texaco, hoy Chevron, inició las actividades de explotación y extracción de hidrocarburos de la Amazonía Norte del Ecuador. En éste lugar, además de petróleo, había una exuberante selva, una riqueza vegetal animal e ictiológica extraordinaria, pero sobre todo, una diversidad de pueblos indígenas u originarios que convivían en plena armonía con la naturaleza. La naturaleza, parte de ellos y ellos, parte de la naturaleza. Habían desarrollado un elevado nivel de conocimiento de la selva, de los elementos de la vida. En palabras de Humberto Piaguaje, la selva llegó a ser su propio hospital, su farmacia, su mercado, su escuela y universidad, su lugar de recreación, la selva es la vida de los pueblos, se desarrolló un trato respetuoso mutuo. Nadie tumbaba un árbol sin antes pedirle permiso y que no fuese por una gran necesidad, nadie cazaba animales en el bosque más de lo que necesitaba, se pescaba lo necesario… es decir, tenían su propio seguro de vida para las futuras generaciones, pese que hasta allí ya habían enfrentado y sobrevivido a la época del caucho, ya se habían internado en su selva unos cuantos misioneros del ILV (1).
Sin embargo, al iniciar sus actividades la empresa Chevron, inmediatamente empezó a talar los árboles sin pedir permiso a nadie, se generaban ruidos con maquinaria que ingresaban al bosque y espantaban a los animales, se empezó a verter en los ríos un líquido negro y aceitoso llamado petróleo, se vertieron miles de millones de litros de agua salada, llamada “agua de producción” en todos los ríos de la zona, se abrían caminos y carreteras en la selva y esos caminos eran cubiertos con petróleo, se clavaban dagas en la tierra por todas partes, para extraer la sangre de la tierra, llamada petróleo, desde lo más profundo, se abrieron fosas en todos los sitios que creían conveniente para depositar lodos venenosos, basura, se colocaban antorchas, mal llamadas “mecheros” en todos los lugares, antorchas con lenguas de fuego gigantes que debajo de ellas tenían un verdadero cementerio de insectos, aves, mariposas… es decir, se hirió a la tierra, se ahuyentó el espíritu de la selva que era quien daba vida a los pueblos, se aniquiló la alimentación de los pueblos indígenas, se violó la tierra.
Ah, pero no solo eso, también muchas mujeres indígenas fueron violadas, acosadas, humilladas por empleados de Texaco. Los trabajadores de la petrolera, se burlaban de la vestimenta, del idioma, de la alimentación de los pueblos indígenas, se introdujo el licor para reemplazar de apoco la bebida del yaje entre los pueblos originarios. Se fue acabando con la vida de los pueblos o nacionalidades: Tetetes, Sansahuari, Siona, Siekoai, Kofan. Los pueblos indígenas y luego también los campesinos, no tenían a quién ni adónde recurrir. El Estado estaba listo con la fuerza pública para reprimir a los pueblos que se levantaban, no para defenderlos de la agresión. Puedo decir que se trataba de una masacre. Esa masacre, ese crimen, no ha pasado. Hoy, 52 años después, sigue cobrando vidas. Según un último estudio de salud que como UDAPT (2) y Clínica Ambiental (3) hemos realizado, se determina que cada año se generan por lo menos 200 nuevos casos de cáncer en la zona donde operó Chevron. Cifra que por el número de población es realmente preocupante. Existen algunos tipos de cáncer, como el cáncer de estómago en hombres y mujeres, que es hasta 8 veces más alto que en el resto del Ecuador; leucemia, 5 veces más alto que el resto del Ecuador, entre otros. En fin, se trata de uno de los peores crímenes, causado por una empresa petrolera en contra de la Naturaleza, de los pueblos indígenas, de los campesinos, de la vida.
Esos pueblos, víctimas de ese crimen, sabiendo quién es el criminal, hace más de 25 años, iniciamos una lucha jurídica, social, política, comunicacional por lograr acceso a la justicia y reparación. Esos pueblos hace 25 años dejaron de ser víctimas y se convirtieron en protagonistas de una lucha por la justicia. Pero ¿se ha logrado justicia? ¿Se ha logrado reparación? No. NO se ha logrado. Existe un crimen múltiple, existen cientos de muertos, una selva destrozada, una tierra herida, y el criminal no responde.
En estos últimos seis años, hemos vivido una lucha especial en Canadá, Brasil, Argentina y Estado Unidos, por el acceso a la justicia, por el respeto a nuestra dignidad humana, por el bien común. Pero claro, ahora siento una tristeza enorme, pero más que una tristeza, una rabia incontenible, rabia que hace que a cada rato salten mis lágrimas y me neutralicen por rato… Yo pienso en mis hermanos que están en la Amazonía, en los que padecen cáncer, en los que luchan por la vida… en los que sueñan con una reparación urgente y así evitar que nuestros hijos sean víctimas de este crimen, pienso en la vida en la selva, en los ríos. Pero esos países le han fallado a la humanidad, le han fallado a la justicia. Todos esos Estados, Canadá, Brasil, Argentina y Estados Unidos, nos niegan el derecho a acceder a la justicia.
Es evidente que la mejor escuela, la mejor universidad al menos para mí es la vivencia, es la práctica diaria. Como ustedes conocen, hace 6 años iniciamos una acción de exequátur en Canadá, Brasil y Argentina. Todo con el objetivo de lograr que la justicia de esos países valide nuestra sentencia y así poder ejecutarla y luego iniciar todo un proceso de reparación integral, al menos en lo que nos es posible. Han sido 6 años de recorrido, de momentos que nos alimentaban con esperanza y momentos tristes y amargos. Con el transcurso del tiempo, fuimos dándonos cuenta de que el sistema de justicia canadiense, brasileño, argentino y norteamericano son la reproducción del sistema de injusticia global. En el 2012, cuando impulsé y decidí junto a mis compañeros de la UDAPT el lanzar estas acciones de exequátur, lo hicimos luego de analizar las fortalezas y debilidades de cada país, las normas jurídicas, los instrumentos internacionales que regulan este tipo de procesos. Canadá, por ejemplo, aparecía en ese momento en el tercer puesto en el ranking mundial de los países más transparentes y que garantizaba el acceso a la justicia, como un país fuerte, donde aparentaba que su sistema de justicia no estaba sometido a los intereses corporativos ni económicos, que era un sistema que realmente garantizaba el acceso a la justicia. Seis años después no pienso lo mismo. Hoy nos han demostrado que las transnacionales no solo controlan el mercado, el sistema financiero… no, también controlan una buena parte de la academia, controlan la mayoría de los medios de comunicación, controlan a los políticos, y cuando los políticos son empresarios, el crimen es casi perfecto, hoy también controlan la justicia. Los pueblos víctimas de crímenes corporativos no tenemos acceso a la justicia o, vale más, la justicia no existe para nosotros.
¿Por qué no existe justicia? ¿Cuáles son esos obstáculos que enfrentamos? ¿O cuáles son esas piezas de la arquitectura que garantizan impunidad a las transnacionales? ¿O es que los pueblos indígenas, los campesinos, los pobres no tienen derecho a la justicia? ¿No tienen derecho a la vida? ¿A un ambiente sano? ¿A caso no tienen derecho a tener derechos?
Siempre decimos que existe un sistema invisible, abstracto, que protege a las corporaciones. Pero ¿cuál es ese sistema? ¿En qué consiste? ¿Cuáles son las piezas fundamentales que lo componen y que se convierten en la gran coraza de acero para las transnacionales?
Aquí les describo unas pocas experiencias o vivencias.
- ASIMETRIA ECONÓMICA. – Chevron contrató varias firmas de abogados en Canadá, Brasil y Argentina, no solo para que la defiendan, sino para que ataquen a quienes defendemos a nuestros pueblos. Puso a trabajar más de 600 abogados en esa jurisdicción, otros cientos en Brasil, Argentina y Estados Unidos, en total más de 2.000 abogados trabajando para defender al criminal. Adicionalmente contrató decenas de empresas de comunicación y lobbies e incluso otras de espionaje y persecución, como la empresa norteamericana Kroll por ejemplo. Es decir, implementó un verdadero ejército al estilo norteamericano. Mientras que la UDAPT, quienes ejercemos esta defensa, estamos acompañados no por clientes, sino por más de 30.000 compañeros de lucha, de trabajo, pero todos pobres. No tenemos dinero para contratar expertos en ninguna materia ni para viajar y decir la verdad en las cortes. Para hacer más grave el escenario, la misma petrolera logró que en Canadá, por ejemplo, en el mes de mayo pasado, el sistema judicial canadiense ordene a los pobres, a los indígenas y campesinos que le paguen las costas judiciales a Chevron, fijadas en 350.000 dólares canadienses. Es decir, al pobre que lucha por el bien común, que lucha por la vida, por el planeta y la justicia le impone una orden de pago en beneficio de quien destruye el planeta. En otras palabras: la víctima debe pagar al criminal.
- JURISDICCIÓN. – Este es otro tema que usó Chevron para su beneficio. Siempre alegó que la justicia canadiense, la justicia de Brasil, Argentina y Estados Unidos, no son el foro conveniente, que sus jueces no son competentes para juzgarla, que los jueces de esos países no tienen jurisdicción para juzgar a la transnacional. Nos preguntamos: ¿y cuáles son los jueces competentes que pueden juzgar a las transnacionales? ¿Dónde están? ¿A qué corte de justicia pertenecen? Más directamente, ¿dónde se juzga a estos criminales?
- SUBSIDIARIAS. – Me parece que es el problema más grave y fuerte que nos toca enfrentar como pueblos víctimas de crímenes corporativos. El argumento que puso Chevron desde el inicio en cada Estado fue que los bienes de Chevron Canadá, Brasil o Argentina, no son de propiedad de Chevron Corporation. Dicen ellos que no se puede cobrar a una empresa subsidiaria la deuda que es de otra empresa. Hicieron aparecer cada empresa local como autónoma, como independiente, que no está sometida a la matriz. Todos sabemos y comprendemos que eso es falso, que todo el dinero que invierte Chevron en cada país viene de su matriz y que la utilidad o el dinero, muchas veces manchado de sangre en cada Estado, va al bolsillo de los accionistas de Chevron matriz. Todos sabemos eso. Menos los jueces de Brasil, Argentina y Canadá. En Canadá por ejemplo, desde Chevron matriz a Chevron Canadá existen 7 niveles de empresas subsidiarias, todas creadas en paraísos fiscales, al final todo de propiedad absoluta de Chevron Corporation, como ellos mismos declaran cada año ante la SEC en Estados Unidos (4).
- SISTEMA ISDS. – Este es el mecanismo de apoderamiento total de la justicia en el mundo. Es el cerrar la coraza que volvería invulnerable la defensa de las transnacionales. En el caso Chevron, allá en el año 2009, cuando esta transnacional se dio cuenta que la prueba que habíamos acumulado en el expediente en Lago Agrio era contundente, que la petrolera jamás podría demostrar que no hay contaminación y que no son ellos los responsables de ese crimen, cuando vio que la prueba nos volvía invencibles en Ecuador, optó por recurrir a un panel de árbitros privados, bajo el sistema UNCITRAL de Naciones Unidas, y allí planteó un arbitraje en contra del Estado ecuatoriano. Inicialmente ese arbitraje no nos preocupó, se trataba de un proceso entre Chevron y el Estado. Los afectados la UDAPT como colectivo NUNCA fuimos, no somos ni seremos parte de ese arbitraje. Pero una vez que la Corte Constitucional de Ecuador, en el mes de junio de 2018, adoptó la decisión de rechazar un último recurso de Chevron y que luego de ese fallo, no existe en el Ecuador ninguna ley vigente que permita plantear otro recurso. Es decir la UDAPT, los afectados, los pueblos indígenas contra todo pronóstico, ganaron en forma definitiva esta batalla en el Ecuador. Pero claro, el 30 de agosto del mismo 2018, emitió un laudo arbitral que rompe los esquemas de abuso del derecho, arbitrariedad e irrespeto a las leyes de los Estados y de los Derechos Humanos. En ese laudo arbitral, los árbitros ordenan al Estado ecuatoriano que proceda a anular la sentencia del caso Lago Agrio, que impida a los demandantes del caso Lago Agrio ejecutar la sentencia fuera del Ecuador, que el Estado debe pagarle a Chevron el daño moral y el gasto que le han causado con este juicio. Otra vez, la víctima debe pagar al criminal y agradecerle por matar a nuestro pueblo. Ese laudo es inaplicable. Sin embargo, como UDAPT y yo personalmente presumimos y con mucha razón de que Chevron logró someter al gobierno del Ecuador a sus intereses y hoy el gobierno del Ecuador se ha convertido en una pieza más del sistema que sirve para garantizar la impunidad a las transnacionales.
Entre otros, estos son esos instrumentos que conforman esa arquitectura de la impunidad. Ese es el sistema abstracto que no se ve, pero que beneficia al criminal y deja en indefensión a los afectados. Viendo todo esto llegué a pensar: ¿qué hemos hecho mal nosotros para no tener acceso a la justicia? ¿Nos hemos equivocado tanto? ¿Es mi culpa lo que ocurre? En verdad, no sé qué responderme.
LA ESPERANZA NOS MANTIENE VIVOS. Vivir toda esta realidad de dolor, humillación, exclusión, muerte en nuestra selva, no es fácil, pero aun más complejo es vivir una realidad de injusticia, de precio en la justicia, de difamación constante, de persecución y amenazas a quienes defendemos los derechos de nuestros compañeros. Eso es mucho más complejo aún. En verdad, a veces parece que la esperanza se pierde, se termina, que es imposible seguir batallando contra todo un sistema. Pero de pronto miras a tu alrededor y logras ver a miles de personas en la selva, campesinos e indígenas, tus amigos y compañeros enfermos, pero pese a estar enfermos siguen luchando y te dicen “no claudiques, que, si no logramos que esto se repare, todas nuestras futuras generaciones estarán condenadas a vivir en este crimen”. Levantas la mirada al mundo y logras ver a miles de personas dispersas por todo el mundo que luchan igual que nosotros, que apoyan luchas como estas, que existen colectivos, ONG, que no se dan por vencidas tampoco y que te dan muchas palabras de esperanza… otra vez uno se levanta y dice:
Carajo, solo el día que muera se habrá terminado esta batalla para mí. Mientras pueda respirar, mientras tenga vida, mientras tenga compañeros y compañeras, la esperanza no se apaga. Gracias a todos ustedes por generar ese rayo de esperanza… Que la naturaleza, la tierra, la selva, los ríos o Dios se los pague. LA LUCHA CONTINÚA…
Ahora entre las cosas que vamos a hacer mejor es a fortalecer las bases, generar un proceso colectivo mayor, de participación, de inclusión, lograr que los mismos afectados se den cada vez más cuenta que ellos unidos son invencibles. Trabajaremos mucho más en las bases de la UDAPT, pero también el planteamiento de otras acciones de exequátur, en la denúncia publica.
Con Cariño
Pablo Fajardo Mendoza
NOTAS:
(1) El ILV es el Instituto Lingüístico de Verano, un grupo misionero norteamericano que llegaron a la selva amazónica del Ecuador en el año 1957, con el fin de “Evangelizar” a los pueblos indígenas. Luego ellos sirvieron de punta de lanza para el ingreso de la empresa Texaco en territorio de los pueblos indígenas.
(2) La UDAPT es la Unión de Afectados y Afectadas por las Operaciones de Texaco. Reúne de forma colectiva a las Nacionalidades Indígenas, Siona, Siekopai, Kofan, Comunidades Shuar, Kichwas, Waorani y campesinos.
(3) La Clínica Ambiental es una ONG, que realiza actividades de salud integral en las Provincias de Orellana y Sucumbíos. Existe un trabajo conjunto entre las dos organizaciones.
(4) La SEC es la entidad de control corporativo de los Estados Unidos del Norte de América y todas las Corporaciones registradas en ese País, deben indicar cuál es su patrimonio. Alli se llena el formulario conocido como 10-K. Chevron allí declara que su patrimonio está compuesto por las subsidiarias de todos éstos países.